[ Alexander Caron ]
Hablar de estética de la recepción cobra todo su sentido cuando uno se acerca a la obra de Carmen Martín Gaite. Rica de sus experiencias, no siempre dichosas, no había esperado el advenimiento de la teoría receptiva para ocuparse de sus lectores. Hacía de sus textos el terreno ideal para la comunicación de sus emociones, y eso cualquiera que sea el «género» literario atravesado (1).
La Belleza, sugerida por el término «estética», quizás encuentre su fuente en esta capacidad para compartir emociones. Tenderá a eso, entre otras cosas, gracias a una escritura profundamente humana y una «potencia de vida» (2) fuera de lo normal.
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El texto se convierte pues en el objeto (estético) de todas las codicias, y el lector, por el pacto que habrá sellado con el autor, pondrá en marcha su camino dialogístico con el texto. Se encontrará introducido en un mundo en el que las fronteras entre realidad y ficción se van borrando poco a poco, lo que le permite entrar como le parece en la trama de los personajes.
La concepción hedonista de la literatura es inherente a la escritura de Carmen Martín Gaite. Muy bien sabía que la aparición del lector como interlocutor dependía en gran parte del grado de placer que éste experimentaba y que ella misma experimentó al escribir el texto (3). Su concepción del placer la encontramos en El cuento de nunca acabar, en el que compara la escritura con un viaje (4). En la lectura de sus predecesores encontraba, entre otras cosas, su inspiración. Fue el caso por ejemplo cuando empezó la lectura del Don Quijote. Nos habla de eso en La búsqueda de interlocutor : «El regodeo y goce de quién lo escribió es casi palpable, llega a darnos envidia […]» (5).
Bien vemos que todo lo que se escribe con pasión puede convertirse en » materia «, y el lector, que experimentará placer leyendo los textos de Carmen Martín Gaite, se encontrará introducido en ellos, como por magia, convirtiéndose de hecho en el interlocutor de su relato, en la persona a quien se dirigen los personajes. Llamaba a este tipo de narración la «narración eros» en oposición con la «narración thanatos» (6). Seguro que es en este placer comunicativo donde radica la fuerza de la escritura de Carmen Martín Gaite.
Si el lector ideal es el que contesta a todas las exigencias del autor, nos acercaríamos con Carmen Martín Gaite a lo que podría ser el «autor ideal». Porque ella también sabía contestar a las demandas de lectores cada vez más exigentes. El hecho de que para ella la escritura era un eterno comenzar (7) le permitía reflexionar sobre sí misma. Con cada nuevo texto llevaba un aire fresco que le permitía al lector experimentar placer mientras leía esa obra, como si se tratara de la primera.
Algunos criticarán su carácter atípico, otros la encontrarán perturbadora. Pero el lector es unánime: se complace en leer los textos de Carmen Martín Gaite, todos sus textos, tratese de una de sus novelas o de uno de sus numerosos ensayos. Porque su escritura es a la vez familiar y secreta, su estilo inmutable8.
Bien se ve, al leer los textos de Carmen Martín Gaite, que la concepción que tenía del lector estaba muy lejana del «no eres nada mío» de Los parentescos. Le gustaba escribir, y ponía todos los medios para que el lector entrara en sus obras, en una época en la que la comunicación era problemática. Sacaba su energía de esta «búsqueda» de un «otro» que fuera el reflejo de su conciencia, el motor de su escritura.
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Notas
1.- Los géneros son categorías propiamente literarias, que tienen características comunes, definidas por la tradición, según el tema, el tono, la forma, el estilo… pero sólo son elementos subjetivos, y al libre albedrío de cada uno. Esta obsesión de los críticos literarios, que se encarcelan en un academismo «conservador y rígido» queriendo poner una etiqueta a cualquier escrito, ¿no corrompe la esencia misma del texto?
No pienso que sea necesario clasificar un texto en un género preciso, porque corremos el riesgo de quitar la parte subjetiva de belleza estética propia de cada texto. La investigación tendría quizás que dirigirse hacia un estudio que combinara estos géneros y que, poniéndolos en relación, permitiera más flexibilidad y evitaría así la categorización de cualquier producción de un autor.
Decía a este propósito Carmen Martín Gaite : «No hay por qué separar tanto los géneros literarios. Soy de los que piensan que deben ser interrelacionados», en El Adelanto, 6 de enero de 1988.
2.- Expresión de Gilles Deleuze.
3.- «Creo que siempre que un escritor se ha divertido haciendo lo que hacía, ha logrado divertir a los demás. Yo aspiro a que quien lea mis libros se divierta por lo menos la tercera parte de lo que yo gozo al escribirlos», en Gazarian Gautier, Marie-Lise, «Conversación con Carmen Martín Gaite en Nueva York», Insula,n°411, febrero de 1981, p. 10.
4.- «Todas las metáforas de que vengo echando mano desde el principio indican que este cuento no lo concibo como un libro, sino como un viaje […] lo que no sé es si habré logrado ya persuadir al lector para que se embarque conmigo, o todavía no», en El cuento de nunca acabar, Barcelona, destinolibro, 1997, p. 56.
5.- La búsqueda de interlocutor, Barcelona. Anagrama, 2000, p. 30.
6.- «Llamo narración abierta o narración » eros » a la que es capaz de producir placer, aunque tenga por tema un argumento triste. A la que despierta amor, divierte, enseña y consuela. Porque nos deja entrar en ella», en El cuento de nunca acabar, op. cit., p.299.
7.- «Me gusta ponerme a escribir como si tratase siempre del primer libro», en Olba, M. Sol, «Carmen Martín Gaite: la lúdica aventura de escribir», Insula, n° 452-453, p.19.
8.- «Yo nunca he cambiado de estilo, así que cada cuatro años estoy de moda», en Otero, Julia, «Carmen Martín Gaite», El País Semanal, 23 de enero de 2000.
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