[ Raúl Muñoz ]
Ahora, en esta hora calma de cojines calientes
y cortinas supuestas en el vacío,
de vientos feroces y cementerios viejos creciendo
a lo lejos por donde juegan niños y crecen flores,
de noches al fuego y humos al cielo que antes de
partir secan mirandas y construyen pasados que
nunca existieron,
de arboledas secas que se queman como se quemaron
pueblos en un tiempo tan lejano que aún lo recuerdo,
así como se perdieron ancianos en laderas desiertas,
olvidados en un pueblo sin rostro,
poetas levantando armas y escondiendo letras,
generales tensando sogas y firmando sentencias,
campesinos ordeñando vacas y cavando tumbas,
mozas lavando trapos y pariendo hijos,
soldados de paja haciendo las maletas y trazando rutas,
perdedores imaginando quimeras y pisando fango.
Pero ahora, en esta hora calma de tiempos sin remedio
y memorias que apenas se recuerdan,
de voluntarios que se atreven a desenterrar las letras que
alguien enterró junto a su propio cuerpo,
que se brinda por años decenios o centenarios sin que
las copas por quienes se festeja puedan saborear su propio aliento,
y que los hijos de los hijos que cruzaron desosegados fronteras
para no volver ni en esta vida ni en ninguna se cuelgan medallas
creyéndose héroes nadie sabe de qué.
Sólo ahora, en esta hora calma en que nuevas guerras nos
acechan indiferentes o perplejos,
se enfrían cojines que estuvieron calientes y
se disipan vientos viejos,
pero siguen creciendo firmes cementerios a lo lejos.
Deja una respuesta