[ Nuria Rita Sebastián ]
La hora de los hornos es un documental argentino filmado entre 1966 y 1968, dirigido por Fernando Solanas, un realizador comprometido con las ideas marxistas y peronistas del momento. Empezó trabajando en la industria del cine gracias a sus colaboraciones componiendo sintonías para anuncios en radio y televisión. Esta formación musical quedará presente a lo largo de sus posteriores producciones cinematográficas.
En 1963, después de un tremendo éxito conseguido en una campaña para una crema solar, rodó mas de 400 anuncios en menos de tres años, consiguiendo así el dinero necesario para fundar su propia productora, a través de la cual filmó La hora de los hornos.
Solanas no sólo es un director manifiestamente comprometido con sus ideas políticas, sino también un reflexivo teorista sobre cine. Junto con Octavio Getino (el otro realizador de la película) escribió el manifiesto «Hacia un Tercer Cine», en el cual queda expresada la necesidad de un nuevo tipo de cine, un cine de compromiso político, un cine de destrucción (de las viejas formas) y de construcción (de las nuevas): el Tercer Cine.
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En oposición al tercer cine encontramos el primer y el segundo cine. El primer cine son todas las producciones de Hollywood, para las cuales el ser humano no es más que un mero consumidor de ideas, no un creador de ellas. El segundo cine es el llamado «cine independiente» o «de autor», que según el director francés Jean-Luc Godard está atrapado dentro de una fortaleza, la formada por la narrativa y los modos de distribución que provienen de Hollywood. El Tercer Cine, sin embargo, es un cine de liberación, nace explícitamente con el propósito de combatir el sistema.
Pero si se quiere combatir el sistema imperante, no se puede utilizar su misma narrativa. Para Solanas cada ideología tiene su propia narrativa; la de Hollywood es aquélla que supone la audiencia como un consumidor pasivo, más un objeto sobre el que se lanzan imágenes e ideas imperialistas, que un sujeto con capacidad de reflexión. Por tanto, para combatir este sistema imperialista no podemos utilizar su misma narrativa, debemos inventar una nueva.
La hora de los hornos está realizada precisamente bajo una premisa del ideólogo Franz Fanon: «debemos discutir, debemos inventar». En la película, las palabras, las acciones dramáticas, las imágenes, están dispuestas de tal manera que desempeñan un papel revolucionario, se convierten en armas contra la opresión.
El film se presenta con una estructura de ensayo (el subtítulo es Notas sobre el neocolonialismo y violencia), dividido en capítulos o notas, auténticos párrafos numerados. Cuenta con tres partes, pero la más conocida, y sobre la que aquí estoy hablando es la primera. Su construcción celular requiere un importante trabajo de edición y montaje. Cada nota debe transmitir una idea, y todas esas ideas deben aunarse en una síntesis final. Solanas y Getino dicen al respecto: «Fuimos a filmar utilizando los rollos de película como libreta y la cámara como lápiz.»
En el montaje final, todas las imágenes están relacionadas con el texto, y toman de él su significado. Esto nos conduce a un film que se escribe a sí mismo, que nos presenta proclama tras proclama ya desde su mismo inicio.
La película, en su formato de documental, pretende mover a la gente a la acción, no busca espectadores, sino actores, y considera, citando otra vez a Fanon, que «todos los espectadores son cobardes o traidores». Al mismo tiempo, es una obra abierta, porque según sus autores lo más importante no es su proyección, sino la discusión a la que esa proyección ha de dar lugar (de hecho, en la segunda y tercera partes de La hora de los hornos, se producen vacíos o imágenes en negro para incitar a la discusión, al tiempo que se plantean preguntas). La película es también abierta en el sentido de que puede ser cambiada según los nuevos acontecimientos políticos o circunstancias históricas. Solanas en una entrevista con Godard, afirmó que «una película sobre la liberación, sobre una etapa inconclusa de nuestra historia, no puede ser sino una película inconclusa, una película abierta al presente y al futuro de la liberación. Tiene que ser completada y desarrollada por sus protagonistas».
Así, la versión inicial de 1966 fue modificada al presentarse en Argentina en 1973. En 1966 la única solución contra la opresión imperialista parecía ser la lucha armada, y como símbolo de esta lucha, la película terminaba con un plano fijo del Che Guevara moribundo que duraba 4 minutos (una duración impensable en cualquier otro tipo de cine). Sin embargo, en 1973 se habían surgido vías políticas, y esta última imagen fue sustituida por un plano más corto del Che intercalado con otros planos de líderes políticos, tales como Juan Domingo Perón o Salvador Allende.
Ahora más de treinta años después, La hora de los hornos es un claro ejemplo del documental usado como arma política, como denuncia de la situación de un país. Un documental que no sólo muestra, sino que despierta conciencias en unos sectores y abre heridas en otros. Su propuesta, tanto estética como ideológica, fue profundamente innovadora, creó su propio marco, y dio comienzo al llamado Tercer Cine, que, como hemos visto, es mucho más que cine del Tercer Mundo.
Ficha Técnica: La hora de los hornos
Argentina, 1966-68
Director: Fernando E. Solanas
Productor:Fernando E. Solanas
Guión: Octavio Getino y Fernando E. Solanas
Fotografía: Juan Carlos Desanzo
Música:Fernando E. Solanas
Montaje: Fernando E. Solanas, Antonio Ripoll y Juan Carlos Macías
Director de Producción: Edgardo Pallero
Andrés Mego
Hola,
Yo acabo de escribir sobre esta pelicula en mi blog. Muy buen articulo este, me hubiera gustado leerlo antes, tiene datos muy interesantes que no encontre en otras fuentes. Aqui dejo la mía,
http://tetonadefellini.blogspot.com/2007/04/la-hora-de-los-hornos.html
Saludos
Andrés
Carito
Muchas gracias por tu artículo fue de gran ayuda para una exposición sobre el Tercer Cine en mi taller de Cine y Sociedad. Es muy interesante ver cómo dentro de las categorías que el poder nos impone el pueblo latinoamericano ha podido recrear los significados dándoles valores y sentidos coherentes con nuestros contextos… en realidad el cine del primer mundo, el Primer Cine, termina cerrando la mente e impidiendo el desarrollo de la libertad de pensamiento, así, ese «primer cine» termina cohartando el desarrollo…. y por ahí leí que es un cine subdesarrollado…
Bueno me he pronunciado, un gusto leerte.
Caro.